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Sobre la docencia

Foto del escritor: JimenaJimena

En primera persona: mi experiencia en la “virtualidad”


Inicio este ensayo con la idea de escribir sobre el estudiante “en línea”… Mucho se habla de las características que deberían poseer -y/o ir desarrollando en el camino- quienes encaran la ardua pero gratificante tarea de la enseñanza, en este caso, a distancia: su perfil y competencias personales, profesionales y técnicas. Aunque quizás no se toma tan en cuenta a la otra cara de la moneda, es decir, a quienes se dirige esta modalidad de enseñanza/aprendizaje.


Hasta hace relativamente poco, la existencia de la educación a distancia tenía un carácter complementario, en el sentido que trataba de ofrecer oportunidades a quienes no podían incorporarse al sistema presencial debido a la falta de accesibilidad física al/a los centro/s que impartía/n la carrera o curso de interés. Sin embargo, el desarrollo y la difusión de las tecnologías de la información y la comunicación ha modificado esta situación, al punto que actualmente muchas personas optan por una u otra modalidad teniendo en cuenta su conveniencia por encima de otros factores. Se podría hablar -entonces- de la necesidad de conciliar el ámbito educativo con los compromisos de índole laboral, la vida familiar y de relación.


Por otro lado, y de acuerdo con lo expuesto en un informe publicado en la página web del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (s/f), tienden a preferir la educación a distancia las personas con mayor capacidad de trabajo autónomo y fuerza de voluntad, orientadas hacia el aprendizaje individual y especialmente los adultos, que desempeñan un mayor número de roles a nivel social. Al respecto, García-Aretio (1994) establece que “el adulto no aprende, ni mucho menos, para obtener un título. Lo hace generalmente porque desea satisfacer algún tipo de necesidades, quiere aprender porque necesita aplicar lo que aprende, reciclarse en una nueva ocupación. En fin, aprender para cambiar su vida” (p. 110).


A mi entender, quizás la cualidad básica que debe poseer un estudiante en línea es una (muy) buena capacidad de autogestión, ya que es frecuente sentirse abrumado ante la diversidad de material y actividades propuestas, causa también de frustración y motivo usual de abandono de los estudios (tema sobre el que volveré más adelante).


No obstante, están quienes aún poseen la (falsa) concepción de que las carreras a distancia son menos exigentes que su contraparte presencial... De este modo, se suele concebir a la virtualidad como un entorno en el que la laxitud se resume en leer mínimamente el material propuesto y “copiar y pegar” en el examen para sortear satisfactoriamente las obligaciones académicas… Y lo percibo así, especialmente, de quienes no han tenido una experiencia concreta en la modalidad, o bien de quienes sí la han tenido, pero que ésta no ha resultado del todo positiva.


Lo antes expresado se puede resumir en cierta falta de compromiso de algunos de quienes optan por este tipo de educación, en el sentido que se preocupan nada más por completar las actividades estrictamente necesarias, con lo cual es probable que el docente se encuentre con frecuencia escribiendo en solitario en los foros propuestos o posteando material que posiblemente sólo él consultará.


Por otra parte, entre el profesorado novato en educación a distancia suele estar bastante extendida una concepción en cierto sentido deficiente de la modalidad, la cual lleva a aplicar los métodos de la educación presencial sin tener en cuenta que la primera (Borges, 2005):

  • Debe organizarse teniendo como eje al estudiante, lo que permite una atención a las necesidades concretas de todos y cada uno de ellos. El profesor se convierte así en un orientador del proceso.

  • Facilita el aprendizaje personalizado, en el que cada estudiante marca su propio ritmo de progreso, lo cual estimula, asimismo, la iniciativa individual.

  • Cuenta con materiales didácticos como soporte de la transmisión de información.

En cuanto al compromiso, no hablemos sólo del de los estudiantes, sino también del que tiene que mediar de parte de quienes formamos parte desde la tutoría… Contagiar el entusiasmo por lo que se transmite, guiar a los estudiantes, canalizar sus inquietudes e incluso darles una palabra de aliento cuando lo necesiten.


Retomando un poco las causas que pueden llegar a causar abandono de los estudios a distancia, puede decirse que las mismas se resumen en (Borges, 2005) (Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado, s/f):

  • Falta de entrenamiento y/o experiencia de los docentes en el uso de equipos y/o técnicas necesarias, que en parte lleva al resto de causas aquí mencionadas.

  • Poca organización en la selección del material presentado (cuali y cuantitativamente hablando), lo cual es sumamente importante para asegurar un aprendizaje significativo. Lo interesante es optar por la inclusión de materiales interactivos como videos, junto con noticias y/o estudio de casos relacionados con los temas tratados.

  • Ausencia de retroalimentación por parte del docente, es decir, que no exista una (pronta) canalización de las consultas y/o corrección de tareas de los alumnos.

  • Poca claridad en las indicaciones brindadas, junto con la realización de correcciones de forma poco amigable.

  • Inexistencia de un ámbito “humanizador”, en el que se impulse a los alumnos a compartir experiencias y mantener el enfoque en ellos y su aprendizaje.

  • Falta de cercanía/empatía de los docentes para con sus estudiantes, situación que sin dudas refuerza la motivación hacia el estudio y la consecución de los objetivos de aprendizaje.

Con el paso de los párrafos, me di cuenta que el enfoque iba cambiando, y creo que eso es lo realmente rico de los ensayos, donde se puede dar rienda suelta a los pensamientos… De más está aclarar que este trabajo no pretende ser un análisis exhaustivo sobre el estado de la cuestión, sino más bien la expresión de forma muy general de ideas que surgiendo cuando uno se toma el momento de sentarse a escribir.


Y ya que el enfoque ha virado y antes de finalizar, me tomo una licencia para escribir un poco sobre mí, para contar que siempre me gustó la docencia y -de una u otra forma- siempre estuve ligada a ella… Gusto y pasión que heredé de mi mamá, que hace más de 20 años se desempeña como docente de educación primaria.


Estoy más que convencida del cliché que suele escucharse por ahí, de que se necesitan pequeños gestos para lograr un gran cambio… Sobre todo, cuando estamos tratando sobre la problemática ambiental -en sentido amplio-, campo en el cual me especialicé profesionalmente.


Por eso, siento que yo puedo aportar humildemente al cambio conjugando mis dos pasiones, las ciencias ambientales y el desarrollo sostenible junto con la docencia, en la actualidad desde mi rol de formadora en carreras superiores vinculadas al turismo y la hotelería.


Es bien sabido que hoy en día, la docencia es una tarea que puede tornarse un tanto ardua… El trabajo con nativos digitales completos (llamarlos multitasking es poco) y al mismo tiempo con gente que no está acostumbrada a la utilización de las nuevas tecnologías, o bien con personas que poseen diferentes realidades sociales -sólo por nombrar algunos ejemplos-, tornan el quehacer diario en un desafío más que interesante de encarar.


También es cierto que muchos ejercemos esta profesión prácticamente por amor al arte… Pero la satisfacción de ver cómo en los chicos (y en los no tan chicos, por supuesto) va calando lo que se les intenta transmitir, se transforma con frecuencia en “eso que nos alegra el día”… Ver cómo ellos mismos cuentan cosas que observaron o hicieron, según “lo que hablamos la clase pasada” o “los temas tratados en el módulo tal”, en el caso de la educación a distancia, significa para mí que está comenzando a brotar en ellos la semillita del cambio.


El hecho de haber encarado un nuevo rol en 2014, como tutora en la Facultad de Estudios a Distancia y Educación Virtual de la Universidad de Belgrano, representó otro desafío en el campo de la docencia, y sin lugar a dudas fue uno de los logros que recordaré con muchísima gratitud de ese año.


A modo de cierre, me permito compartir la siguiente frase del gran Eduardo Galeano, que resume perfectamente lo que intento transmitir a cada uno de mis estudiantes, bajo la modalidad que ellos hayan escogido: "Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo".


Jimena.


Referencias Bibliográficas


Publicaciones Digitales


BORGES, F. (2005). La frustración del estudiante en línea. Causas y acciones preventivas. Digithum Universitat Oberta de Catalunya, 7, 1-8. Recuperado de https://digithum.uoc.edu/articles/10.7238/d.v0i7.536/galley/3370/download.


GARCÍA-ARETIO, L. (1994). Educación a distancia hoy. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia. Recuperado de http://e-spacio.uned.es/fez/view.php?pid=bibliuned:UNESCO-libros-educacion_a_distancia_hoy.


Páginas Web


Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (s/f). Educación presencial y a distancia. Recuperado de http://www.ite.educacion.es/formacion/materiales/90/cd/cursofor/cap_1/cap1c.htm.


Imagen de portada: Visita a la Reserva Ecológica Costanera Sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con mis bellos estudiantes del curso "Desarrollo Sustentable y Gestión Ambiental", Tecnicatura Superior en Turismo Sustentable y Hospitalidad del Instituto de Formación Técnica Superior N° 29 . Mayo de 2017. Material propio.


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